Última actualización: 01.12.20

 

El concierto de violín de Brahms es referente musical desde 1878 y, a pesar de todos los años que han pasado, todavía hay quienes se asombran con la técnica que hizo que el mundo de la música entrara en polémica en la antigüedad.

 

El violín es un instrumento muy conocido y querido por las personas, especialmente las fanáticas de la música clásica. Oír sonatas para violín es, para muchos, sinónimo de inteligencia, y saber tocarlo significa destreza y disciplina como ninguna otra, pues es un instrumento que requiere de días y noches de práctica para poder ser interpretado de forma excelente.

A pesar de que, en la actualidad, el violín sea el instrumento rey de las orquestas y todos los aspirantes a tocar las grandes sinfonías buscan qué violín comprar, hace algunos siglos tocar este instrumento traía disgustos a las personas más importantes del mundo de la música y, para poder llegar a ser lo que es hoy en día, tuvo que pasar por distintas pruebas que lo hicieran un artículo digno de nobles y conocedores del arte musical.

 

Las dos épocas del violín

Dicen que del amor al odio hay un solo paso, sin embargo, en el caso del violín, esto se dio de forma invertida. El primer recibimiento del violín de parte del mundo fue bastante malo, pues los primeros pasos del violín se dieron en los años 1500, cuando la música renacentista estaba acostumbrada y enfocada en el sonido de la viola.

La viola era uno de los instrumentos insignes de todas las composiciones de la época y, por esa razón, las personas veían al violín como una vil imitación poco digna de la viola y no tardaron tiempo en rechazarlo. No obstante, a comienzos de los años 1600 y de la mano de las magistrales composiciones de Claudio Monteverdi, el violín logró llegar a los escalones más altos de la sociedad y se consagró como instrumento de la nobleza.

Desde ese momento, hasta los años 1800, el violín entraría en su segunda época, la etapa “sagrada” del violín. Cuando la sociedad descubrió las maravillas de este instrumento, empezó a querer a oír más y más de él, buscando, incluso, su exclusividad en ciertas piezas musicales para poder disfrutar de cada tono y detalle de su rango musical.

Aunque existieran otros instrumentos en la sinfonía, el violín debía ser el protagonista y, gracias a eso, el paso de Johannes Brahms hacia el mundo del violín vino con su toque de polémica, pues los detractores no se hicieron esperar y, además de criticar su técnica, lo declararon un músico sin talento.

Después de tantos años, la música para violín de Brahms tuvo el mismísimo desenlace de la historia del violín. A pesar de haber sido odiada por muchos, en poco tiempo las personas descubrieron realmente el arte escondido y, en la actualidad, el concierto para violín de Brahms es uno de los más elogiados.

 

 

Brahms, el pianista incomprendido.

Nacido en Alemania, en el año 1833, Brahms vivió gran parte de su vida siendo rechazado por sus creaciones musicales. Su obra se caracterizaba por sus dotes conservadoras y románticas, opuestos a los movimientos progresistas de la época.

Para el año 1867, cansado de ser incomprendido y fiel creyente de su talento para la música, decidió mudarse a Austria, específicamente a Viena, para poder seguir creando diversas composiciones que, finalmente, fueran reconocidas por el valor que aportaban a la escena musical del momento.

El famoso filósofo Friedrich Nietzsche, conocido por su irreverencia y sus palabras directas, llegó a calificar a Brahms como un músico poco talentoso y sin pizca de habilidad. Y, desafortunadamente, estas no solo eran palabras del pensador, sino la representación del pensamiento de parte de la sociedad europea.

 

Concierto para violín en re mayor, op 77.

Uno de los pasos más valiente de Brahms fue la composición de este concierto, en el año 1878. Esta obra, al contrario de apaciguar a los incansables críticos, solo hizo que estos llegaran con más fuerzas.

Brahms era un pianista muy talentoso, sin embargo, su experiencia con el violín era bastante limitada. La falta de técnica se hizo notar en su pieza musical y músicos como Sarasate y otros violinistas solo lograron vociferar su disgusto, pues Brahms había tomado el instrumento sagrado de la música y se había atrevido a experimentado con él.

El protagonista pasó a segundo plano por gran parte de la composición, tras las frases cantadas por el oboe, repetidas por el instrumento y alargadas por sus estridentes tonos. Es cierto que la inexperiencia de Brahms se hace notar, sin embargo, su genio musical, creatividad y visión no tardan en hacer su debut y, después de tanta espera, el sonido del violín entra en la pieza y se adueña de ella.

 

 

Esta espera logra hacer que la ansiedad por escuchar el violín acapare los oídos y, al escuchar llegar sus melodías, el sonido es más satisfactorio, pues después de esperar por él, los tonos pueden apreciarse muchísimo más. En la actualidad, es uno de los conciertos para violín más interpretados en el mundo por su excelencia y sus detalles únicos, lo cual demuestra cómo la apreciación musical puede cambiar a través de los años.

De la misma manera que el violín pasó de ser despreciado a convertirse en un instrumento que no puede faltar en ninguna orquesta importante, la música de Brahms pasó de ser incomprendida a extraordinaria y con cada una de sus obras logró la reivindicación del estilo romántico y clásico.

La genialidad musical no debe limitarse a un instrumento solamente y, a pesar de las críticas, el hecho de que Brahms haya decidido imponerse y llevar sus ideas del piano al violín, nos ha dejado como legado una de las composiciones musicales más hermosas, creativas y completas para el violín de la época.

La santa trinidad de la composición musical está conformada por Bach, Beethoven y Brahms, siendo este último el más joven de los tres. Irónicamente, a pesar de sus malos inicios, sus piezas son ahora parte del repertorio musical más importante de la historia.

 

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